EL EVANGELIO DE JESUCRISTO,
HIJO DE DIOS
Lucas 2,41-51
“Su madre conservaba todo esto en su corazón.”
Custodiar la Palabra de Dios quiere decir abrir nuestro corazón a ella, como la tierra se abre para recibir la semilla. La Palabra de Dios es semilla y se siembra. ◙ Y Jesús nos dijo lo que sucede con la semilla. Algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen. Esto sucede cuando no se custodia la Palabra. Significa que ciertos corazones no saben recibirla. ◙ Sucede también que otras semillas caen en una tierra con muchas piedras y la semilla no logra echar raíces y muere, es decir, cuando no somos capaces de custodiarla porque no somos constantes; y cuando llega una tribulación nos olvidamos de ella. ◙ La Palabra cae también en tierra no preparada, donde hay espinas, y al final muere porque no se la custodia. Pero ¿qué son las espinas? Jesús mismo nos dice que son el apego a las riquezas, los vicios y excesos… ◙ Custodiar la Palabra de Dios es recibirla en nuestro corazón. Pero es necesario preparar nuestro corazón para recibirla: “desechando toda inmundicia y malicia y acogiéndola con docilidad” (Stgo 1,21). ◙ Custodiar la Palabra de Dios es meditar sobre lo que nos dice mirando siempre lo que sucede en la vida mediante el trabajo espiritual de buscar qué cosa significa tal cosa en este momento, qué cosa me quiere decir el Señor en este momento, cómo se entiende tal situación frente a la Palabra de Dios. ◙ Hacer memoria es también custodiar la Palabra de Dios. La memoria nos ayuda a custodiarla, a recordar todo lo que el Señor ha hecho en mi vida, todas las maravillas de la salvación. ◙ María posee en grado sumo esta cualidad específicamente maternal: la memoria fiel del corazón.
Custodiar la Palabra de Dios es leer la vida con la Palabra de Dios.